Papahānaumokuākea: donde el Patrimonio Mundial se junta con la protección marina y de hábitats

Papahānaumokuākea es una de las mayores Áreas Marinas Protegidas del mundo, y es el hogar de miles de especies y de pueblos hawaianos de importancia cultural. La gestión del sitio está poniendo en práctica estrategias innovadoras para restaurar ecosistemas y atraer gente joven hacia los esfuerzos de conservación.

C.J. Tamelander Photo: Jerker Tamelander

El Monumento Nacional Marino de Papahānaumokuākea, conocido originalmente como Monumento Nacional Marino de las Islas Noroccidentales de Hawai’i es la mayor área de conservación protegida en los Estados Unidos y una de las más grandes Áreas Marinas Protegidas (AMP) del mundo. El archipiélago comprende 362,073 km2 del Océano Pacífico – un área más extensa que todos los parques nacionales del país combinados.

En 2006, una Proclama Presidencial declaró el sitio como un área protegida con valor tanto natural como cultural, lo que significó un punto de inflexión para la política mundial de conservación y abrió la puerta a la creación de AMP más grandes. En 2010, el Monumento fue a su vez inscrito como Sitio de Patrimonio Mundial de la UNESCOuno de los pocos Sitios de Patrimonio Mundial “mixto” natural y cultural en el mundo

Los arrecifes y atolones de coral que rodean Papahānaumokuākea, “los bosques lluviosos del mar”, albergan más de 7000 especies marinas, de las cuales una cuarta parte son endémicas de Papahānaumokuākea. El área está llena de hábitats importantes para especies amenazadas y en peligro, incluyendo la tortuga verde y la foca monje hawaiana, 14 millones de aves marinas, y cuatro especies de aves terrestres endémicas, incluyendo el pato más amenazado del mundo. Los científicos aún siguen descubriendo nuevas especies submarinas y comunidades de gran riqueza en biodiversidad durante sus buceos y exploraciones en aguas profundas.

Los impactos del cambio climático y los desechos marinos sobre estos importantes hábitats y especies son evidentes. “Corremos el riesgo de perder especies antes de saber siquiera que existen,” dice el Dr. Randall Kosaki, Superintendente Adjunto de campo e investigación de Papahānaumokuākea. “El nombramiento como sitio de Patrimonio Mundial permite destacar estos hechos”.

Además de su importancia ecológica, el archipiélago de Papahānaumokuākea es de gran importancia cultural para los nativos de Hawai’i. Papahānaumokuākea, el nombre hawaiano del sitio, conmemora la unión entre dos deidades hawaianas, Papahānaumoku  Hawaiia y Wākea, los creadores del Archipiélago de Hawai’i y del pueblo hawaiano. Mokumanamana (también conocida como la Isla de Necker) tiene la mayor densidad de sitios sagrados en Hawai’i y tiene un significado espiritual dentro de la cosmología hawaiana.

“El nombramiento como sitio de Patrimonio Mundial también subraya su excepcional patrimonio natural y su vulnerabilidad ante amenazas ambientales mundiales,” dice el Dr. Randall Kosaki, Superintendente Adjunto de campo e investigación de Papahānaumokuākea.

El sitio está bajo la gestión conjunta de la Administración Atmosférica y Oceánica de los Estados Unidos (NOAA), el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos, el Departamento de Estado hawaiano sobre tierras y recursos naturales y la Oficina de Asuntos de Hawai. Juntos, están ejecutando iniciativas innovadoras para proteger este sitio de importancia natural y cultural del cambio climático y los desechos marinos.

Por ejemplo, una iniciativa de la NOAA elimina más de 45.000 kilogramos de plásticos y aparejos de pesca de las aguas de Papahānaumokuākea cada año. Otro programa de NOAA convierte las redes de pesca en combustible para producir electricidad. En el Atolón de Kure, la supervisora de la Estación de Campo, Cynthia Vanderlip, ha dirigido proyectos de restauración ecológica en un esfuerzo por proteger las aves marinas locales.

“Observamos las funciones de todo el ecosistema en el tiempo,” dice Vanderlip, “las grandes tormentas recientes han mostrado patrones de olas que invaden las costas y cambian la vegetación. Con ese conocimiento podemos hacer cosas sencillas, como sembrar la planta perenne naupaka (Scaevola sericea) en las zonas bajas de las dunas para recuperar las estructuras naturales”.

Cada año, seis voluntarios pasan seis meses en Kure. Se dedican a erradicar especies invasoras, plantar especies nativas, supervisar colonias de aves, incluyendo las de patos de Laysan y albatros patinegros (Phoebastria immutabilis, Phoebastria nigripes), entre otras tareas. Esto no sólo tiene efectos positivos sobre los ecosistemas locales, sino que también contribuye a los avances mundiales al comprometer a la juventud con la restauración de ecosistemas y la protección de hábitats.

“Ésta loca experiencia en el sitio, en medio de miles de aves marinas, te cambia la perspectiva,” dice Vanderlip. “Creamos oportunidades para los jóvenes que los impulsan a continuar como líderes contra el cambio climático”.

El Congreso Mundial de la Naturaleza 2016 de la UICN discutirá el papel de los jóvenes en la conservación y tiene el fin de evaluar formas de movilizar en abundancia la creatividad, energía e innovación de las generaciones jóvenes para la conservación.

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