Las voces de los jóvenes piden cambios

"Hoy, nos vemos rodeados de cemento más que de koa, hay más hoteles que costas naturales. Es más importante que nunca reconectarnos con la naturaleza, por nuestra propia salud y la de nuestras comunidades”, dice Jane Au, pasante de RISE (siglas en inglés para “pasantías enriquecedoras para el empleo sostenible”) y becaria de compromiso cultural del Congreso 2016 de la UICN.

Jane Au, RISE (Rewarding Internships for Sustainable Employment) intern and IUCN Congress 2016 cultural Engagement Fellow Photo: Julie Au

Los seres humanos hemos alcanzado grandes logros. Nuestra visión y habilidades construyeron imperios, desarrollaron tecnologías inimaginables, y nos llevaron a alturas inconmensurables. Sin embargo, hoy en día nos encontramos en una encrucijada, una bifurcación para la que no parece haber salida fácil. Conforme avanzamos en nuestro objetivo de seguir creciendo, nuestro planeta y hogar está cada vez más amenazado. Tal vez después de tanto tiempo mirando hacia adelante, hemos llegado a un punto en que también debemos mirar hacia atrás, recordar que nuestra obligación como seres humanos una vez fue ser los custodios de la tierra, sus protectores.

Dado que soy nativa de Hawai’i, pienso sobre todo en esta pequeña cadena de islas situada en medio del Océano Pacífico. Al ser la masa de tierra habitada más aislada del mundo, Hawai’i es un lugar excepcional por diversas razones. Su rango ecológico y variedad evolutiva hacen de este pequeño archipiélago un lugar único, que alberga más diversidad biológica que ningún otro sitio sobre la tierra.

Mucho antes de entrar en contacto con el mundo occidental y el desarrollo moderno, los nativos hawaianos no sólo se mantenían a sí mismos en esta tierra aislada, sino que prosperaron aquí, demostrando que los valores con que abordaron la conservación de la tierra eran extraordinarios y sin precedentes. Los estudios muestran que casi 600.000 hawaianos utilizaban únicamente el 15% de toda la tierra para satisfacer las necesidades de su sociedad, dejando intacto el 85% restante, sin los impactos de la huella humana. Hoy en día, menos de 300 años más tarde, la estadística se invirtió, con un 85% de la tierra de Hawai’i bajo desarrollo y apenas un 15% intacto. Aparte de estos cambios alarmantes, nuestra autosuficiencia cayó de picada, y muchas especies autóctonas, que no existen en ninguna otra parte, están amenazadas o hace ya tiempo que desaparecieron.

Cuando se toman estos hechos en consideración, parece obvio que los nativos hawaianos realizaron notables hazañas en términos de conservación de la diversidad y el bienestar de la tierra. Tradicionalmente, los hawaianos se veían a sí mismos como parientes del medio ambiente natural, y se consideraba la salud de la humanidad directamente relacionada con la salud de la tierra. La riqueza y limitaciones de los recursos naturales servían entonces como factores determinantes para las obligaciones y responsabilidades de la raza humana.

Hoy, nos vemos rodeados más de cemento que de koa, hay más hoteles que costas naturales. En mi opinión, es más importante que nunca reconectarnos con la naturaleza, para nuestra propia salud y la de nuestras comunidades. Empleando los archivos de conocimientos tradicionales que utilizaban los hawaianos para mālama ʻāina, para cuidar la tierra, y combinándolos con tecnologías modernas y avances científicos, podemos generar un cambio beneficioso para el planeta y, en consecuencia, también para la humanidad.

No podemos seguir planificando nuestro futuro sin antes cambiar de dirección y avanzar por un camino más sostenible. Debemos reconocer y respetar a nuestro planeta como la fuente de vida que es, en lugar de usarlo como un recurso para nuestra ganancia personal. A la hora de decidir qué camino vamos a seguir a partir de ahora, asegurémonos que sea un sendero marcado por la compasión, uno que cultiva la unidad entre nuestra especie y este planeta que llamamos nuestro hogar. Empecemos a mirar hacia atrás, para que podamos avanzar con aloha.

– Jane Au, pesante de RISE (siglas en inglés de “Pasantías Enriquecedoras para el empleo sostenible”) y becaria de compromiso cultural del Congreso 2016 de la UICN.

Go to top